Nuestra Historia

En el año 2008 viajamos en familia por carretera para conocer Chachapoyas y el Valle del Uctubamba; esta zona alta al norte del Perú nos enamoró. Su clima serrano pero con una vegetación prístina, típica del bosque nublado lo hace mágico, y lo enigmático de sus restos arqueológicos poco difundidos y poco develados lo vuelve misterioso y aventurero.

Recorrimos todo el valle pasando por sus pueblos y atractivos, llegando asi a Leymebamba y su magnífico museo de momias. Nos alojamos varias noches allí desde donde salimos a visitar a pie los innumerables conjuntos de restos arqueologicos que rodean el área,  atravesando bosques cubiertos por  nubes lo que lo hizo más misterioso. Atravesando una rica flora y fauna que acompaña a estos senderos por el interior del bosque llegamos hasta ciudadelas de menor tamaño ocultas tras la vasta vegetación; es así como se ha preservado el legado Chachapoyas hasta hoy.

Durante el camino de retorno a Lima usamos la ruta Leymebamba – Celendín – Cajamarca, una trocha delgada, rodeando montanas cubiertas de bosque y caídas de agua, con acantilados escarpados desde donde divisabas a lo lejos, el rio marañón labrando las entrañas de estas montaña. Y a donde nos tomaría buen  tiempo llegar para cruzarlo por un estrecho puente y subir por la otra margen hasta el abra, cruzar la cordillera hacia Cajamarca. Donde la vegetación ya había sido talada.  

Fue allí donde surgió un comentario durante el viaje: Que lindo seria tener una casita por esta zona. Los buenos amigos hechos en Leymebamba nos llamaron a los meses y nos contaron había una parcela en venta, lo cual motivo un nuevo viaje al año siguiente. Compramos la parcela la cual estaba en un área a las afueras del pueblo  conocida como la RANGRA (pedregal). Engastada en la falda de cerro. Con una inclinación de 35 grados en promedio. Al pie de la carretera. Donde la tierra había sido sobre explotada con cultivos, fertilizantes. Solo había maleza y uno u otro arbusto nativo. No tenía acceso a Agua u energía eléctrica. Pero una vista magnifica del valle y pueblos aledaños a lo lejos.

Dejamos el terreno un año sin hacer nada, pensando que haríamos y con que contábamos; es así que en julio del año 2011 regresamos nuevamente, contratamos dos trabajadores y empezamos a hacer limpieza del terreno retirando toda mala hierba, moviendo la tierra y salvando uno que otro arbusto natural. Ese mismo año hicimos un invernadero y compramos 1,000 arbolitos nativos (alisos, cedros, putiqueros, motuy, sauco, pajuros), todos en bolsas pequeñas que acomodamos al interior.  

Pasados los meses fuimos recolectando semillas y haciendo nuestros propios almácigos generamos nuevos arbolitos, en simultáneo abrimos camino y continuamos la limpieza, generamos algunos caminos naturales para llegar más fácil a las áreas de trabajo, con ello vimos la necesidad de crear plataformas por medio de andenes y así tener áreas planas donde construir, áreas habitables o jardines. Dando inicio asi a la construcción de RANGRA WASI.

Continuamos la limpieza del terreno, el cual poco a poco nos fue develando sus grandes formaciones rocosas que delimitaban sectores potencialmente desarrollables; la lluvia una vez expuesto el terreno nos indicaba formación de causes de agua que debíamos canalizar y respetar, por ello se trazaron zonas, caminos y áreas naturales a preservar. Allí vimos la necesidad de tener donde guardar nuestras herramientas, materiales, crear la manera de preservar agua de lluvia y tener una guardianía. Por ello nuestra primera obra fue lo que hoy es nuestro garaje al pie de la carretera, creando una plataforma sobre un promontorio de roca en el límite de la propiedad, donde recibiríamos nuestros materiales y debajo guardar las herramientas en un pequeño almacén.

 Con el paso del tiempo las ideas con la magia del lugar hicieron volar nuestra imaginación y empezamos a soñar con las posibilidades que podríamos crear para diversas necesidades. Así nace la primera plataforma de gran envergadura, nos tomó más de medio año hacerla, ya que  la materia prima la piedra, si bien es cierto abundaba al inicio, requeria de trabajo para trasladarla, cuadrarla e instalarla. De igual manera la pendiente del terreno y dimensión de este muro planteo la necesidad de hacer un muro con estructura armada al interior (columnas y vigas de amarre), que forme una contención segura. El muro fue creciendo en ancho y alto, generando un vacío con relación al talud natural, espacio que había que rellenar y nivelar, esto nos obligó a buscar material de relleno en niveles superiores para lo cual tuvimos que nivelar áreas superiores y así  obtener material excedente para llenar el área requerida en la plataforma inferior. Esto paso a ser un método obligatorio durante todo el proceso constructivo de RANGRA WASI.

Si bien es cierto no contábamos con un presupuesto para estos trabajos, fuimos avanzando con recursos propios mes a mes sin fechas límites para cada etapa, pero si con mucha ilusión y armonía con el entorno. Tuvimos que hacer una delimitación del perímetro debido al ensanchamiento de la carretera que pasa por la parte alta del terreno.

Pensamos en construir la guardianía en el lugar más alto, es entonces que iniciamos un trabajo de corte y estabilización del talud con muros de contención armados cimentando el área para edificar la supuesta guardianía, la cual con cada avance nos hacía pensar que la vista desde esta altura no la debíamos ignorar. Cambiamos de idea y de guardianía paso a ser la base de nuestros primeros bungalows # 1 y 2; el diseño y arquitectura de RANGRA WASI fue moldeándose según el terreno nos lo permitía, sea por sus niveles o las muchas formaciones de roca madre que afloraban en cada excavación. Todo esto nos obligó en todo el proceso constructivo a variar los diseños, rodeando las rocas o incorporandolas al diseño.

La lluvia pasajera o copiosa durante días fue un compañero que jugó un papel preponderante en los diseños, nos hizo ver que debíamos canalizarla y almacenarla; de esta manera es que se diseñaron todos los techos para que recogen agua de lluvia, se pre- filtren y almacenen en tanques que  están distribuidos por todo el terreno. Desde estos tanques se distribuye para riego o para consumo humano (este se filtra nuevamente). Todo esto nos llevó a ser auto sostenibles en este recurso.

Como la teoría de que cuando trabajas una plataforma generas muchos material suelto (tierra y piedras) debes acarrearlo y depositarlo en un lugar donde no afecte. Ello nuevamente nos lleva al relleno de taludes detrás de los muros en ejecución. Y si ya está lleno? Debes empezar a generar un nuevo andén. Allí nace la necesidad de la plataforma de los bungalows # 3 y 4. Par ello el área indicada y de poco uso estaba ocupada por una roca madre de gran tamaño. Absurdamente empleamos tiempo y recursos tratando de romper las aristas que invadía el área que deseábamos usar. La realidad nos mostró que era inútil y debíamos adaptarnos al terreno. Es por ello que en el bungalow #4 incorporamos la perpendicularidad de la roca y la convertimos en parte de la ducha del baño y pared posterior del cuarto. Sobre la Roca debimos hacer anclajes: taladrando, insertando varillas de fierro con material epoxico,  (dowell) y a partir de allí generar soportes para anclar vigas de cimentación para formar muros para nuestra nueva plataforma, donde llegaría todo el material excedente de la plataforma superior. Un caso muy especial fue en el Bungalow # 3 allí vivía uno de los contados árboles nativos del terreno, un árbol llamado Mora (pero no da mora) el cual debimos amarrar a las estructuras del bungalow superior para sostenerlo mientras se escavaba a su alrededor para generar el muro de contención. Tarea muy bien lograda y hoy ese árbol es mucho más grande y sano.

Una vez logrados los bungalows, retomamos el área destinada a la Casa Principal que habíamos vislumbrado en algún momento. Ya para esta época en Lima se proyectó hacer un edificio en la que fuera casa de mis abuelos; una casa miraflorina con estilo Tudor inglés. De ella rescatamos puertas, ventanas, vigas y entablado que procesamos y enviamos a Leymebamba; fue con este material que se fue forjando el carácter de la casa, donde pieza a pieza fue armando los ambientes que hoy son su esencia. La piedra, la madera, los muros estucados en barro, la simpleza.

Sin olvidar el techo que la cubriría, debía pensar en el reto que implicaría su diseño, donde reflejara mi experiencia como Arquitecto y como especialista en el trabajo de la madera. Esto llevo a que mi buen amigo Oscar bromeara constantemente con esto: “¿cuál versión del techo es esta? la 7.5 o la 8.2”, para finalmente reafirmarme que deberia hacer lo que quisiera: “este trabajo es tu tesis de vida”. Esto me impulso y desarrolle una viga diagonal tipo cercha de 1.30 de alto x 24 metros de largo apoyada solo en dos columnas intermedias, sobre ella descansaría todo el techo. El reto fue grande pero logro que toda el área sea abierta y solo delimitada por las diferentes alturas en los ambientes, que nos permitió tener ventanales por tres de sus cuatro  frentes, usando ventanas de la casa del abuelo y complementando la vista insertando el bosque a la casa.

Durante todo el proceso constructivo de años, siempre fue una constante la jardinería que fue de la mano con cada área trabajada, trasladábamos los arboles ya adaptados en el vivero a las zonas donde buscábamos crear jardines y así poder generar sombra y refugio para nuevos jardines. Con esfuerzo y paciencia, creamos un área protegida donde reproducimos plantas de diversas flores donde los colibríes se deleitasen. Gracias al buen cuidado y clima cada 6 meses estas plantas habían colmado su área y debíamos trasplantar, no antes dejando una porción para su continua reproducción. Con los años este trabajo y el buen manejo de residuos orgánicos para formar nuestro propio abono, nos ha regalado la belleza de disfrutar bastos jardines, alborotados por colibríes y otras aves que nos encandilan con sus colores.

Para rematar el carácter de RANGRA WASI la fachada la trabajamos con un muro de piedra en la base y rejas de madera recuperadas de la casa miraflorina, a las cuales les colocamos un techo corrido a dos aguas con varas de ALISO sembrados y recuperados en todos nuestros años de trabajo. Y para lograr el carácter de leymebamba buscamos comprar tejas antiguas en desuso con su patina envejecida, las que colocamos como sombrero en esta cerca de más de 100 años.